sexta-feira, 3 de setembro de 2010
Abbracciati
Ven,
¡dame tu boca!
Quiero besarla
ardientemente…
Un instante único será inmortal
como los viajes más lejanos
Un abrazo, una caricia,
un suspiro al oído
Sí, ¡dudo que
los muertos no se levanten!
Pasa tu mano por mi
cabeza, mete
tus dedos por mi pelo
conóceme por dentro
por la nuca navega en una
¡búsqueda constante!
Siento el arfar de tu pecho
la palpitación más rápida
Los ojos errados
revelan tu placer
Bocas aturdidas
de un canto a otro
Estamos aquí
me escurro en tu piel lisa
te navego
sorbo de ti la vida ardiente y
me entraño en tu torrente
que me hace ascender
(y desaparezco de mi mismo)
Fuerza, impulsos…
Seguras mis pulsos
me giras te giro y me
quedas estático
Completamente enlazados
¡uno al otro!
La música…
Te toco la cara, cuello
Siento aún más tu arfar
cuando te toco los senos
pero me impides:
sierras que me llevan
al mar…
Ah, ¡mar! quiero gozarte
infinitamente
quiero atravesarte
y con mis labios
y con mis besos
alcanzar el valle de tu vientre
de tu playa…
Veo tu camino:
matas
que me enseñan ¡al paraíso!
Mi mano es pluma
tus dedos, seda,
que me escalofrían al toque
Tu perfume inunda
la habitación
y junto al mío
se cambia en otro
al mezclarse con nuestro sudor: ¡mar!
Y las olas vienen y van
La niebla salada
que sentimos en nuestras bocas
que inundan nuestros ojos
que no nos obedecen más:
Volamos: ¡Mar, Sal!
Amar gritar volar
No hay más tiempo
no hay nada:
boca, cabellos, nervios
Los ciervos saltan por los campos
van al arroyuelo sedientos y descansan
después de pasaren los montes y las sierras…
© Antônio Jackson de S. Brandão